Baja autoestima e inseguridad

En diferentes etapas de nuestra vida, podemos encontrarnos dudando de nosotros mismos, teniendo una dificultad excesiva para tomar decisiones o para relacionarnos. La inseguridad a la hora de relacionarnos con los demás puede suponer un problema en el momento de establecer relaciones sociales satisfactorias, llevando a la persona a evitar el contacto o recluirse.

Esta inseguridad suele vivirse como una sensación de malestar, de incomodidad, que aparece en situaciones que creemos que no somos capaces de afrontar, haciéndonos pensar que “no puedo, no soy suficiente, no valgo para esto”.

Habitualmente va acompañada de una autoestima negativa, que nos hacen percibirnos como personas poco valiosas, estando comúnmente acompañada de una sensación de ansiedad o tristeza intensas.

Este tipo de problemas suelen manifestarse de diferentes formas, en función da la personalidad y la historia de desarrollo de cada uno. Las tres principales serían: pueden ir acompañados de estrategias de compensación, que se dan generalmente de tres formas distintas:

  • La primera se caracteriza por dar una importancia excesiva a la imagen social, al “qué pensarán de mí”. Suele ir acompañada de una tendencia a preocuparnos por lo que los demás piensan de nosotros, con un intento de control excesivo de las situaciones sociales, lo que se traduce en incomodidad y pérdida de naturalidad. Pensamientos del tipo “nunca he terminado de encajar”, “no puedo conocer gente nueva” o “cuando estoy en grupo me callo y me aparto” son comunes en este tipo de preocupaciones. 
  • Otra forma de compensar la inseguridad suele darse junto a una marcada tendencia al dramatismo, que suele a ir acompañada de manifestaciones emocionales de gran intensidad. Estas personas suelen tener la sensación de que “nadie me comprende, no son capaces de entender como me siento ni de ponerse en mi lugar”, influyendo con ello en el desarrollo de conflictos personales y sociales.
  • Por último, podemos encontrar personas que se encuentran influidas por pensamientos y conductas miedo o ansiedad, que redundan en una inseguridad en las propias acciones, llevando con ello a la búsqueda excesiva de control o a la duda excesiva sobre uno mismo. En este sentido, es común buscar una figura de seguridad en la que apoyarnos a la hora de tomar decisiones, sintiéndonos más seguros con su aprobación y disminuyendo la sensación de “me estoy equivocando”. También es común una tendencia al control o al orden, con pensamientos del tipo “todo tiene que estar perfecto u ordenado, o bien tengo que hacerlo como él/ella querría”.

La educación emocional, la gestión de pensamientos inadecuados y la confianza en nuestras habilidades, el ser conscientes de nuestras propias capacidades y fortalezas, nos permite desarrollar una base sólida en la que apoyarnos a la hora de superar las situaciones de inseguridad.

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