Proyecciones y desarrollo vital

Durante mucho tiempo se ha hablado del efecto de la proyección en psicología, hasta el punto de haberse convertido en un término de uso común que, a veces, desvirtúa el significado original de la palabra. Proyección es un concepto que nace bajo el psicoanálisis, definiéndose como un mecanismo de defensa según el cual se atribuyen cualidades al otro que somos incapaces de ver, reconocer o aceptar en nosotros mismos. En este sentido, una proyección negativa estaría diferenciada por sentimientos de ira, asco, tristeza, etc… cuando vemos en otros aspectos que somos incapaces de aceptar en nosotros mismos, pero que nos negamos admitir (como pereza, dejadez, antipatía…), de manera que dicha amenaza (reconocernos a nosotros mismos como perezosos) queda fuera, en el otro. También podrían darse proyecciones positivas, en las que se producen sentimientos de admiración o similares hacia otra persona.

Hasta aquí quedaría la explicación corta de un proceso mucho más complejo. Así, sin más, quedaría como un simple mecanismo de defensa cuando, en realidad, ese “simple mecanismo de defensa” puede llegar a condicionar nuestra vida hasta llegar a ser determinante en nuestro día a día. Tanto es así que, en el trabajo diario en consulta, se puede ver cómo estos mecanismos de defensa proyectiva llegan a formar parte de un entramado psicológico en el que el paciente proyecta sus propios deseos y aspiraciones personales en los otros, siendo incapaz de negar a lo demás su ayuda, incluso aunque éstos no la pidieran o no la valoraran, llegando a poner las necesidades proyectadas en los otros por encima de las suyas, impidiendo de esa forma el propio desarrollo personal y la consecución de objetivos vitales. En este proceso, el paciente proyecta sus propios deseos y motivaciones, centrando su energía y sus esfuerzos en ayudar a conseguir en los otros sus deseos proyectados, y dejando a un lado el buscar esos objetivos en su propia vida. Al final del proceso, la persona puede llegar a sentirse frustrada si no es capaz de conseguir que los demás alcancen los objetivos que impone mediante la proyección, o bien momentaneamente satisfecha si los consiguen, seguido de una sensación de vacío, al no alcanzar dichos objetivos para sí mismo.

Como vemos, la complejidad de estos procesos puede ser alta, influyendo en aspectos de desarrollo vital y personal cruciales, llegando a suponer un impedimento si no se trabajan y regulan adecuadamente. El ser capaz de reconocerlos como lo que son, ser conscientes del proceso, de qué hacemos y de cómo lo hacemos, es necesario para poder poner un freno a estos procesos y poder dejarlos atrás. Al final, se trata de buscar las excusas que nos ponemos para evitar hacernos cargo de nuestra propia vida.

Share on FacebookShare on Google+Tweet about this on TwitterShare on LinkedIn

También puede gustarte...